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REPORTAJE

 LA CORRUPCIÓN, 

 ACORRALADA 

 POR LA INDIGNACIÓN 

Políticos, sindicalistas, empresarios, infantas, funcionarios... todos los estratos del Estado están marcados por la corrupción. Este año 2014, la Comisión Europea ha asegurado que las prácticas de corrupción cuestan a la economía europea cerca de 120.000 millones de euros anuales. Además, ese mismo organismo ha señalado a España como uno de los socios europeos donde más episodios de corrupción se producen. El desarrollo urbanístico, la financiación de los partidos y la contratación pública son las actividades en las que más se concentran estas actividades ilícitas.

 

 

En los últimos años, palabras como Púnica, Gürtel, Pujol, Nóos, Malaya, Millet, Madeja, Enredadera, Brugal, Pokemon, Palau, ITV, cursos de formación, Campeón, Malaya, Guateque o Pallerols han pasado a formar parte de las conversaciones cotidianas de muchas personas que, a pesar de no conocer los detalles exactos de cada uno de los casos de corrupción a los que hacen referencia, son conscientes de las consecuencias económicas, sociales y de imagen de país que suponen.

 

Tal y como lo define Patxi Zabalo, profesor del Departamento de Economía Aplicada I de la UPV/EHU, la corrupción no es otra cosa que “unos fondos que desaparecen, que van a parar a personas que tienen un cargo público o a partidos o a estructuras públicas, pero que desaparecen y no se emplean en aspectos como la sanidad o la educación o cualquier gasto productivo para la sociedad”.

 

Tolerancia a las pequeñas corrupciones

 

A la hora de enumerar las posibles recetas para acabar con estas prácticas delictivas, la mayoría de expertos y ciudadanos en general coinciden: transparencia, control, legalidad… Pero, sin embargo, son muchos también quienes señalan que en España, donde la cultura de la picaresca ha estado muy interiorizada, se ha venido dando una cierta tolerancia social a las pequeñas corrupciones. Asier Blas, politólogo y profesor del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UPV/EHU, sostiene que “hay que cambiar las formas de actuar en política y las formas de concebir la corrupción a nivel social; porque existe cierta tolerancia a las pequeñas corruptelas, que podrían ser la semilla de las grandes corrupciones”. En esta misma línea, Zabalo cree que “hay que educar a la sociedad y no mostrar a los corruptos como héroes”.

 

Hay personas que creen que la sociedad española es especialmente propensa a caer en el pecado, y relacionan la gran corrupción política con pequeños gestos cotidianos como pueden ser el pago de facturas sin IVA, inflar el currículum, piratear películas por Internet o alabar a quien copia sistemáticamente en los exámenes.

 

El cambio de una era

 

Según las últimas encuestas del CIS, sin embargo, toda esta situación está cambiando, o por lo menos todo aquello que respecta a la tolerancia social de la corrupción. Y ese cambio no solo se percibe en los resultados de unas frías encuestas, sino también en las numerosas movilizaciones que desde el 15 de mayo de 2011 están teniendo lugar en prácticamente todas las ciudades españolas cada vez que se produce una injusticia flagrante.

 

Aquel movimiento de los indignados dio lugar a la creación del partido político Podemos que, cinco meses de su fundación, en las elecciones europeas de mayo de 2014, logró más de 1.250.000 votos en toda España, convirtiéndose en la cuarta agrupación más votada. Y parece ser que todavía no ha tocado techo, ya que hay encuestas que auguran que Podemos podría conseguir más del 28% de los votos en las próximas elecciones generales, convertirse así en la primera fuerza política del país.

 

Rubén Belandia, miembro de la Comisión Anticorrupción de Podemos, recuerda que “cuando salíamos a la calle el 15M nos decían: ‘En vez de ocupar las plazas, presentaos a las elecciones’. Bueno, pues aquí estamos. El pueblo se ha organizado y ha dicho que no quiere que les siga gobernando los mismos quienes les ha traído a esta situación y no quieren que sigan gobernando los que han metido la mano en la caja y los que se han convertido en una casta. La tolerancia social se ha agotado”.

 

Un lugar para la sátira

 

Como no podía ser de otra manera, la corrupción ha dado pie a la creación de todo tipo de propuestas alternativas, unas llenas de humor, otras enfocadas desde la sátira e, incluso, algunas reflexivas, pero todas ellas llenas de creatividad. Ha sido, posiblemente, el ámbito del humor el que con más virulencia y menos reparos ha tratado todos y cada uno de los casos que se han ido destapando. Programas televisivos como El Intermedio o El Hormiguero han provocado la risa y han alimentado la indignación de la ciudadanía, a partes iguales.

 

También es posible encontrar propuestas de entretenimiento relacionadas con la corrupción. “Corruptópolis” es un proyecto creativo ideado por Marina Belda, una estudiante de Diseño Industrial de 22 años, que intenta materializarse a por medio del crowdfunding. Se trata de un juego de mesa en el que los participantes comprobarán sus conocimientos y podrán aprender sobre los principales casos de corrupción política en España. Diferentes e irónicas pruebas llevan a los jugadores a Villa Corrupta, donde deberán demostrar lo atentos que han estado a la actualidad.

 

Así mismo, en el ámbito de la creación artística, hay también lugar para la seriedad. Es el caso de “España se escribe con B”, una web serie documental sobre corrupción política en España que está financiado también mediante crowdfunding y donde cada episodio pone el foco en una Comunidad Autónoma diferente.

Una de las mayores lacras de la sociedad moderna es la corrupción. Aunque no se trata de un fenómeno reciente, la crisis económica que azota la economía española desde 2008 ha hecho que la intolerancia de los ciudadanos hacia los fraudes económicos haya llegado a unos niveles nunca conocidos hasta ahora. Hay quien asegura que la creciente indignación que ha originado la corrupción en la sociedad dará paso a una nueva era política en España.

© 2014 por Luis Luque y Unai Muñoa. Creado con Wix.com

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